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La mutación de los conceptos y la nueva verdad

Mario Opazo: Emprendedor
MarioOpazo
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La mutación de los conceptos y la nueva verdad

Unas semanas antes de que el COVID19 decidiera desembarcar en España, como tiempo atrás lo hicieron los nazis en Polonia en 1939, paseaba por las calles de Madrid junto con mi perro, un día soleado de domingo, sin mas. 

Mientras caminaba por las estrechas calles del otrora Madrid de los Austria, empecé a darme cuenta de algunos grafitis o mas bien pintadas en algunas fachadas, lo que algunos publicistas de hoy en día, llamarían “prime location”.

Me detuve frente a alguna de ellas, y haciendo las fotos de rigor, me di cuenta de que estas pintadas tenían un profundo significado, al menos para mi, del reflejo del tipo de sociedad mal informada en la que vivimos, mas bien somos parte de una ignorancia colectiva, que ha pasado a ser avalada por una nueva verdad, a la que llamaremos “la verdad oficial”.

El primero de la serie de puntadas, en una importante vía del centro de Madrid, rezaba ‘I love Vandalismo”, el segundo “Querremos disturbios No trabajo y el último de todos, a mi juicio el mas preocupante “Civismo, rima con fascismo”.

Para muchos pueden ser solo pintadas de gente aburrida, sin más, pero cuando luego encuentras parte de estos argumentos en miembros de nuestra clase política y de algunos actores sociales, ya estamos hablando de otra cosa. Es lo que llamamos la “La verdad oficial”.

Según la RAE, el civismo no es mas que el comportamiento respetuoso del ciudadano con las normas de convivencia pública.  Creo que hasta aquí todos estamos de acuerdo, de que hay ciertas normas, como, por ejemplo, no tirar la basura en el portal de tu vecino o no injuriar a otro entre otras muchas, que no se deben hacer por respeto al otro y a la comunidad en la que vivimos. Por la simple razón de que al hacerlo libremente afectamos la libertad del otro, y es ahí donde estaría el limite a la “libertad” y a lo que alguno podría llamar incivismo. 

En el siglo XIX, John Stuart Mill, uno de los pensadores mas influyentes del liberalismo clásico, definió de una manera simple y clara, cual es el limite que una sociedad debe tener con respecto a la libertad.  En su obra “Sobre la Libertad” decía «La única parte de la conducta de cada uno por la que él es responsable ante la sociedad es la que se refiera a los demás. En la parte que concierne meramente a él, su independencia es, de derecho, absoluta. Sobre sí mismo, sobre su propio cuerpo y espíritu, el individuo es soberano». (Sobre la libertad, capítulo 1. Introducción). 

Es decir, puede haber acciones que son mas beneficiosas para uno mismo pero que claramente perjudican a otros individuos de la sociedad. Estas acciones deben no deben ser permitidas, ya que el que las realiza está atacando directamente la libertad de aquellos a quienes puede afectar con sus decisiones.

En la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, su articulo cuarto nos dice: 

“La libertad consiste en poder hacer todo aquello que no cause perjuicio a los demás. El ejercicio de los derechos naturales de cada hombre, no tiene otros límites que los que garantizan a los demás miembros de la sociedad el disfrute de los mismos derechos. Estos límites sólo pueden ser determinados por la ley”.

Estamos en na sociedad de la inmediatez, donde pocos se toman el tiempo para saber si lo que afirman tan “libremente” es realmente lo que es. En los últimos 20 años hemos reescrito la historia desde un solo punto de vista, mutando conceptos, y transformándolos en insultos, como si se tratara de señalar a un leproso, tal y como pasaba en muchas ciudades europeas en el siglo XIII. 

Uno de los insultos mas extendidos es llamar a alguien fascista, pero, qué es fascismo es realidad, y sobretodo nos hemos detenido a pensar que quienes llaman fascistas a unos, ¿mas bien es el caso contrario?

El civismo, el respeto a la convivencia de todos, la solidaridad, han pasado a ser conceptos denostados para ser cubiertos bajo el espeso manto negro del fascismo. Si nos saltamos un semáforo en rojo, y un policía nos detiene o nos multa, le llamaremos fascista, ¿pero por qué le llamaremos así? Si lo único que ha hecho ese agente es garantizar nuestra libertad, la de todos; si te saltas el semáforo y matas a otro que, si estaba su turno respetando la norma, tu libertad ya ha perdido todo el sentido. Y esto mismo pasa con disturbios, quema de contenedores, etc. ¿A quien perjudica? 

En momentos de reclusión es cuando podemos reflexionar sobre algunas cosas, y una de ellas, es como ser cívico, respetuoso con el resto y acatar las normas te ha convertido en un paria de la sociedad, que te señala como si fueras el mismísimo Joseph Goebbels.

Los que hoy llamamos fascistas, a lo mejor no lo son, y quienes los señalan como tales, pintan sus fachadas provocándoles danos patrimoniales, esos si que son los fascistas, pero disfrazados.

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