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OPINIÓN

La cuenta de Andorra, un peldaño más en el descenso a los infiernos

Foto Carlos GP (1)
Carlos Guzmán Pérez, autor del libro «¿Por qué no te callas? El descenso a los infiernos de los Borbones». Cedida
La cuenta de Andorra, un peldaño más en el descenso a los infiernos

Hace apenas unos pocos días, a través de la prensa conocíamos que la Fiscalía suiza había hallado una cuenta bancaria ligada al rey emérito, Juan Carlos de Borbón, en Andorra. Según informaba El Confidencial, Juan Carlos uso esta cuenta entre los años 2006 y 2016 a través de una empresa panameña dirigida por supuestos testaferros llamada Stream S.A.

Si bien es cierto que esta noticia ya no sorprende practicante a ningún ciudadano o ciudadana de este país, la misma supone un indecoroso peldaño más en el imparable descenso a los infiernos en el que está sumido el propio emérito y toda su real familia. Desde la restauración borbónica tras la muerte del dictador Franco, el comportamiento indecoroso y poco honorable de varios miembros de la familia real ha condenado irremediablemente a la institución monárquica al descredito endémico. Prácticamente no hay un solo mes e incluso una sola semana en la que una nueva noticia no enfangue un poquito más la imagen de quien durante 39 años ostentó la Jefatura de nuestro estado.

El pasado 14 de abril, con motivo del 90 aniversario de la proclamación de la II Republicaba, de la mano de la Editorial Atrapasueños publicaba un libro titulado «¿Por qué no te callas? El descenso a los infiernos de los Borbones». Con el objetivo de deconstruir políticamente más de cuatro décadas de reinado Borbón, en este trabajo, a lo largo de sus 184 páginas se realizaba un recorrido por el historial más negro y oscuro de la monarquía española desde la renuncia a la Jefatura del Estado de Alfonso XIII el 13 de abril de 1931, a la indecorosa vacunación en el Abu Dabi de las hermanas del actual rey, las infantas Elena y Cristina, aprovechando una visita a su emérito padre el pasado mes de febrero. Escándalo tras escándalo, titular tras titular, metedura de pata tras metedura de pata, lo propios Borbones parecen republicanizar su fututo y el del conjunto del Estado español.

¿Pero el problema son los Borbones o lo es la propia monarquía? Siendo más que evidente que la poca ejemplaridad que ha reinado, valga la redundancia, en la propia familia real durante las últimas décadas, supone un bochorno constante para un país democrático y moderno como se le presupone al nuestro, la raíz plenamente antidemocrática de la institución responde por si misma a la cuestión planteada. 

La monarquía como tal, ya sea ejemplar y honorable o corrupta y desdichada, usurpa al pueblo soberano la posibilidad de democratizar la más alta institución del estado; su Jefatura. Esta institución, anacrónica y obsoleta por definición, para más inri en nuestro país cuenta con un carácter patriarcal que la degrada más aún. En pleno año 2021 el ascenso al trono español de una mujer está supeditado a la no existencia de un heredero varón. Por hacer hincapié en esta incomprensible cuestión, a día de hoy en España una mujer jamás podrá reinar por derecho propio, sino de forma supeditada a la no existencia de un hermanito. No hablemos ya de que un ciudadano o ciudadana cualquiera acceda a la Jefatura del Estado…

Por suerte para el común de los y las españolas, muerto ya de forma irremediable el mito del juancarlismo sociológico, las nuevas generaciones parecen apostar de forma decidida por la III República. Tras años y años sin que las encuestas del CIS recogieran preguntas relacionadas con la institución monárquica, el último 12 de octubre se publicó el resultado de un riguroso estudio demoscópico encargado por 16 medios de comunicación independientes al respecto. De 3000 personas de entre 16 y 90 años representativas de la población española encuestadas, ante un hipotético referéndum entre monarquía y república, el 40,9% optarían por la república frente al 34,9% que apoyaría a la monarquía. De igual manera, el 47,8% de los y las encuestadas creían necesario realizar un referéndum sobre el modelo de Jefatura de nuestro Estado, frente a un conformista 36,1% que no lo creía necesario. Y para desgracia de las reales aspiraciones de la joven infanta Leonor, estos porcentajes se disparan enormemente de forma inversamente proporcional al descenso generacional. Es más que evidente que quienes nacimos de forma posterior a la Transición no le encontramos ya la más mínima utilidad a la monarquía.

Los y las republicanas tenemos dos grandes retos por delante para los próximos años; el acabar definitivamente de desmitificar el relato oficial y dominante que ha rodeado a la monarquía española, y sobre todo y más importante, el construir una propuesta republicana ilusiónate y de futuro para nuestro país que dé carpetazo definitivamente al caduco Régimen del 78.

Para ello, debemos aspirar a construir un nuevo país en el que los valores republicanos de libertad, igualdad y fraternidad que alumbró la Revolución francesa edifiquen un nuevo modelo de organización social, política y económica más justa, en el que todas las y los españoles nacidos dentro y fuera de nuestras fronteras tengamos los mismo derechos y deberes, y en el que todos los ciudadanos y ciudadanas seamos verdaderamente iguales de hecho y de derecho ante la ley. En definitiva, como bien nos ha enseñado el movimiento feminista durante los últimos tiempos, debemos aspirar a construir una nueva España que merezca la pena ser vivida. Y para nuestra republicana sorpresa, quizá en esta ardua pero ilusionante tarea encontremos a nuestros mejores aliados y aliadas en una familia Borbón totalmente sumida en los infiernos.

Carlos Guzmán Pérez, autor del libro «¿Por qué no te callas? El descenso a los infiernos de los Borbones».

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