La primera pregunta obligada… ¿Podrías explicarnos cuándo y cómo se despertó en ti la vocación literaria?

   Se despertó con el placer de leer, descubierto (¿o me empujaron a ello?) en la infancia. Y siendo adolescente, la necesidad de contar lo que no me salía contar, me llevó a escribir.

¿Recuerdas a quién dedicaste tu primera historia?

   A mis padres, en un relato que presenté a un concurso con doce años.

Una manía cuando escribes…

   Leer en voz alta, solo para mí.

¿Cuál ha sido para ti tu mejor escrito?

   Las Haraganas.

 ¿Qué te aporta escribir?

   Un tiempo en el que me enfrento a mis capacidades, a mis sueños y a mis miedos.

¿Cómo definirías tu literatura?

   Una literatura que refleja fondo y forma de los personajes. Personajes que van desgranando sus propias historias. Historias que, moldeando el lenguaje, tratan de ser literatura.

¿Un escritor debe ser emocional?

   No conozco otra manera de transmitir emociones.

Si le pidiéramos a la persona más cercana a ti que te describiera, en una palabra, ¿Cuál sería y por qué?

   Constante. Me cuesta tomar una decisión, me costó tomar la de ponerme a escribir, pero cuando lo hago, voy hasta el final.

Una novela, un autor o autora que te haga vibrar

   ¿Solo una? Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes.

Una película, una canción, un género literario, una estación del año, un color, una frase…

   El piano, La canción de las noches perdidas, el invierno, azul, «Nada te turbe, nada te espante».

¿Tú mayor logro o éxito en la vida?

   Sentirme vivo.

Y por último ¿Qué consejos darías a alguien que quiere ser escritor, o escritora? 

   Leer mucho, empezando por autores clásicos; lanzarse a escribir, sin tener miedo a borrar, sin desistir cuando la frase se encuentra ante un callejón sin salida.

Queremos dar las gracias a Manuel Horno por su amabilidad y por habernos concedido esta entrevista, y a Bala Perdida Editorial por hacerlo posible.

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BIOGRAFÍA DEL AUTOR:

 Manuel Horno nace en Pamplona en 1969. Siendo un niño se adentra en el mundo de la música, primero a través del canto y más adelante con estudios en el conservatorio. Tras diplomarse en Magisterio, trabaja de profesor un par de cursos y marcha a Salamanca para licenciarse en Musicología, regresando a su ciudad natal donde vuelve a dedicar unos años a la enseñanza. A los treinta, abandona definitivamente la educación de adolescentes y se afinca en Barcelona con la compañía músico-teatral La Trova. Con ella, durante ocho temporadas, recorre parte de la geografía española. En ese tiempo es también corista en óperas y zarzuelas, imparte cursos de música para adultos, plancha en alguna casa, sirve cafés tras alguna barra, toca el órgano en bodas y oficia funerales laicos a desconocidos. Los cuarenta los cumple en Madrid, estudiando un Máster en Gestión Cultural de Artes Escénicas en la Complutense.  Al finalizarlo, trabaja como gerente y regidor en gira de varias producciones teatrales. Y desde Madrid se traslada a un pequeño pueblo, en un valle del norte de España, donde continua ligado profesionalmente al sector cultural. Ahí se enfrenta por primera vez a una hoja de papel en blanco y a una historia ajena, encontrando en la escritura un placer arduo y una nueva manera de expresión. Las Haraganas es su primera novela.